domingo, 31 de marzo de 2013

Una entrada triste

     Hay veces que el salir a campear no depara ninguna satisfacción. Más bien al contrario... Esos días en que todo sale torcido, no los recordarás por haber visto la primera lavandera boyera del año o por haber disfrutado de los vuelos nupciales de las águilas calzadas. Esos días se recuerdan con una mezcla de pena y rabia que no te abandona en mucho tiempo.
     Hoy había que aprovechar el intervalo de buen tiempo para salir un rato al campo y nos decidimos por ir a buscar las avutardas que suelen moverse por los campos de cereal que quedan al norte de mi localidad. Es una zona bastante monótona en la que uno no espera encontrar más que algunas esteparias y, con suerte, poder disfrutar de las ruedas de los machos de avutarda en esta época. Sin embargo, una sorpresa desagradable nos esperaba en la carretera nada más comenzar el trayecto. Un búho chico (Asio otus) yacía atropellado sobre el asfalto, en una zona totalmente despejada de árboles y en un tramo con perfecta visibilidad, de una vía con poco tráfico y en la que no se puede ir muy deprisa.

Búho chico (Asio otus)
     
     Es la segunda vez que encuentro un ejemplar de esta especie atropellado en el mismo tramo de carretera. Resulta curioso porque es una zona totalmente desarbolada, lo que la hace poco propicia para este pequeño búho, de hábitos más forestales.

     Poco después nos llevaríamos la segunda sorpresa desagradable de la jornada. Tras estar un rato observando las evoluciones de los machos de avutarda, convertidos en enormes bolas algodonosas, pusimos   rumbo a casa, con las últimas luces de la tarde. En ese momento vimos, desde la carretera, un amasijo informe de color blanco y marrón que nos recordó a un ave. Con la esperanza de que fuese un bolsa de plástico, paramos a comprobarlo, encontrándonos un enorme macho de avutarda muerto en un campo de cereal. 
   
Avutarda (Otis tarda)

     Por la distancia a la que se encontraba el cadáver de la carretera, no podía tratarse de un atropello, aunque el animal mostraba signos de haber recibido un fuerte golpe. Por tanto, solo podía tratarse de una colisión con los tendidos eléctricos cercanos. 

Avutarda (Otis tarda)
     
     Mientras hacíamos las fotos que ilustran esta entrada, algunas avutardas cruzaban volando, sorteando estos mismos tendidos, moviéndose entre los distintos grupos que salpicaban los campos de cereal. Y a nosotros solo se nos ocurría la amarga pregunta de si, realmente, no se podría hacer algo más por evitar que las infraestructuras humanas sigan siendo una trampa mortal para tantas y tantas especies.

domingo, 9 de diciembre de 2012

El fantasma blanco del Duero

     Esta mañana, el Duero se desperezaba blanco, atenazado por el hielo y la niebla. Ningún ruido se imponía en la absoluta quietud, sólo los coches en la carretera cercana. 
        Nada se movía entre las ramas de los árboles salvo, de repente, el grito de una garza real asustada al encontrar su posadero ocupado. 

Garceta grande (Egretta alba)
          El fantasma blanco del Duero no se inmuta, permanece en su sitio, descansando. Ni siquiera se digna a mirar de reojo a quien, desde el camino, la observa en silencio.

Garceta grande (Egretta alba)
         Entonces, sin previo aviso, decide marcharse, internarse en la niebla y perderse lejos del río, sobre los campos helados.

Garceta grande (Egretta alba)

lunes, 12 de noviembre de 2012

La espina del falaropo

     La espina del falaropo la tenía clavada desde el año pasado cuando, por primera vez, intenté bimbar una especie y, además, la fallé estrepitosamente. Bueno, tampoco tan estrepitosamente, pero para mí fue una gran desilusión no poder disfrutar del falaropo picofino (Phalaropus lobatus) que anduvo por Villafáfila en las navidades del año pasado (ver aquí y aquí). Desde entonces, Villafáfila me ha tratado bien y, durante 2012, me ha permitido bimbar especies como el morito (Plegadis falcinellus), correlimos pectoral (Calidris melanotos), o el correlimos canelo (Tryngites subruficollis). 
     Sin embargo, la guinda de este año ha sido poder disfrutar ayer de este precioso falaropo picogrueso (Phalaropus fulicarius) en la balsa de decantación de Villafáfila, acompañado además de grandes pajareros como Cristian Osorio, Alfonso Rodrigo y Xurxo Piñeiro. Ya sé que no es la misma especie, pero me hace la misma ilusión. Ver tan cerca de casa un ave tan delicada y, por el contrario, capaz de soportar las duras condiciones del Ártico y del océano Atlántico, no tiene precio. 

Phalaropus fulicarius

     Como se puede comprobar por las fotos, es un ave muy confiada que incluso se acerca a los observadores, aunque mi escasa pericia con la cámara no le haga justicia.

Phalaropus fulicarius

     Sí, ese puntito blanco que hay al lado de Alfonso es el falaropo. Ni siquiera hacía falta acercarse pues era él quien venía hacia nuestra posición.




     Después de casi dos horas disfrutando de esta preciosidad y de la buena compañía, regresé para casa con una sonrisa de oreja a oreja. Eso sí, espero que Villafáfila nos siga dando muchas alegrías, como hasta ahora...

miércoles, 1 de agosto de 2012

NAVARRA II: Quinto Real

     En el noroeste de Navarra se encuentra el bosque de Quinto Real o Kintoa, abarcando parte de los valles pirenaicos de Baztán, Erro, Esteríbar y Alduides.
     Recordaba haber estado por allí, de paso, hace algunos años, así que durante la semana que pasamos en Pamplona en Junio, decidimos acercarnos a conocerlo.

Hayedo
     Resulta impresionante pasar de los 30 ºC de Pamplona, con un sol de justicia, a los 10 º C y llovizna que nos encontramos allí.
     A pesar de lo a gusto que nos sentimos los del secano de Castilla en estos bosques atlánticos, la tarde no se presentaba demasiado propicia para pasear con un bebé. Por tanto, nos limitamos a hacer algunas paradas en la carretera, en la zona más cercana a Francia y a sacar algunas fotos.

Rio Arga
     Así pues, Quinto Real se me resistía nuevamente y me iba a quedar con las ganas de poder pasear tranquilamente y de pajarear por la zona. No es que esperase encontrarme con el picamaderos negro o el pico dorsiblanco así a la primera, pero sí que me decepcionó la escasez de aves que se veían u oían en las paradas que hicimos. La única nota destacable fue el paso de un grupo de gaviotas patiamarillas (Larus michahellis), que seguramente procedían del Embalse de Eugi, con dirección norte. En lugar de aves forestales, marinas...

Viejo castaño trasmocho

     Justo en la cola del Embalse de Eugi hicimos otra parada, en una zona más baja donde el hayedo da paso al robledal. Allí, enormes y viejos castaños trasmochos flanqueaban el camino, viendo cómo los huecos dejados por los ejemplares que van muriendo son cubiertos por nuevos arbolillos.
     El camino por el que paseábamos dejaba ver, entre los árboles, las azules aguas del embalse e invitaba a seguirlo indefinidamente. Sin embargo, la lluvia nos devolvió una vez más al coche y a la impactante imagen de la cantera que queda en frente del lugar donde lo habíamos dejado aparcado.

Cantera al norte del Embalse de Eugi
     La imagen de la impresionante cantera nos despidió de Quinto Real, dejándonos un sabor de boca agridulce. Es la misma sensación que tengo siempre que viajo por Navarra, la contradicción entre sus increíbles paisajes y los brutales impactos que genera la actividad humana en sus actividades extractivas. Supongo que nuestra sociedad tan "avanzada" no puede vivir sin los materiales que se producen en estas canteras y que no nos queda otra que sufrirlas, pero ¿realmente no se pueden hacer las cosas de otra manera?


sábado, 7 de julio de 2012

NAVARRA I: Bosque de Orgi

     El bosque de Orgi es un robledal que se extiende al sur del valle de la Ultzama, no muy lejos de Pamplona. Se trata de un bosque de unas 80 ha, representante de los, antaño más extendidos, robledales húmedos de Navarra. Está protegido bajo la figura de Área Natural Recreativa y se divide en dos zonas: una de acogida o recreativa y otra de conservación.

Roble del país (Quercus robur)

      En la zona de acogida, denominada Arigartzeta, el robledal autóctono fue eliminado, a principios del siglo pasado, para plantar robles americanos (Quercus rubra). Esta especie, de crecimiento rápido, es mucho mejor productora de madera y, en su momento, se consideró más adecuada.

Grupo de robles americanos (Quercus rubra)

    En las siguientes fotos se puede ver la diferencia entre las hojas de las dos especies. Las hojas de Quercus robur son más pequeñas y lobuladas, mientras que las de Quercus rubra son mayores y con los lóbulos más angulosos.


Quercus robur

Quercus rubra

     En el año 1996 un vendaval tumbó más de 200 árboles, dejando un claro en Arigartzeta. Este hecho decidió que ahí se instalase la zona de acogida. Posteriormente, se han plantado ejemplares de especies autóctonas que, junto con la regeneración natural, están convirtiendo la zona en algo más parecido al robledal original. Además, poco a poco, se van eliminando los ejemplares de roble americano que quedan, para conseguir una mayor naturalidad.

Roble americano marcado con el "chaspe" indicando que ha de ser cortado

     Una de las características destacables del bosque son las zonas encharcadas, alrededor de las cuales crecen especies vegetales más adaptadas a la humedad y que atraen a interesantes especies de odonatos y anfibios. Entre estos últimos destaca la presencia de la rana ágil (Rana dalmatina).

Zona encharcada


Zona encharcada


     El robledal destaca también por la variedad de especies arbóreas y de matorral que crecen en los claros o formando sotobosque. Para los que vivimos en zonas más secas y mediterráneas, siempre es sorprendente ver cómo los bosques atlánticos presentan varias especies principales, junto con numerosas especies acompañantes. Así, en Orgi junto con los robles, había arraclanes, enebros, fresnos, olmos, acebos, hayas, arces, sauces, etc.


Frangula alnus

Juniperus communis

      Aparte de las especies leñosas, también sorprenden las herbáceas, teniendo representación las especies propias de bosque, así como las de zonas encharcadas y las de zonas salinas. Estas especies eran más difíciles de fotografiar y, debido a la falta de luz y de tiempo, no pude dedicarle una mayor atención.


Lychnis flos-cuculi

    

miércoles, 18 de abril de 2012

Vida entre las ruinas

     El domingo pasado volví a Villafáfila. Por la mañana, el frío y el viento hacían pensar en un día más propio de invierno que en uno de mediados de abril. A ratos no había quien mantuviese el telescopio firme para observar con claridad las aves más lejanas.

     Por variar un poco el recorrido, paré en el pueblo abandonado de Otero de Sariegos y allí me quedé observando a las aves que se buscan la vida entre las ruinas. Cernícalos primilla, mochuelos, estorninos, palomas, grajillas, etc me observaban desde los tejados. Bueno, en realidad me ignoraban, o quizás preferían no moverse de sus posiciones para no tener que luchar contra el viento.

     En los huecos de tejados, en edificios en ruinas, en palomares y casi en cualquier lugar en el que los humanos no les pongamos demasiados impedimentos, una serie de especies se dedican a hacer su vida, justo a nuestro lado. No siempre se les trata con el respeto que merecen y muchas veces no son contempladas en las reformas de edificios antiguos, con lo que pierden sus lugares de nidificación. Otras veces son perseguidas y despreciadas, por ignorancia principalmente, pues algunas de estas especies son muy beneficiosas para nuestros pueblos y nuestra agricultura.

     Por el momento, en Villafáfila podemos seguir disfrutando de estas especies, mientras esperamos que cambie nuestra actitud hacia ellas para que podamos hacer lo mismo en todos los pueblos y así también beneficiarnos de su presencia.


Estornino negro (Sturnus unicolor)


Cernícalo primilla (Falco naumanni)


Paloma doméstica (Columba livia var. domestica)


Mochuelo europeo (Athene noctua)



viernes, 6 de abril de 2012

Algunas fotos y fenología

     Ultimamente, aunque sigo saliendo de campo, no he tenido mucho tiempo para publicar entradas. Y eso que hay muchas cosas interesantes para contar, entre ellas la observación de correlimos de Temminck (Calidris temminckii) en las lagunas de la Casa del Parque de la Reserva de Villafáfila, el sábado pasado. Pero bueno, yo no quería hacer una entrada contando observaciones de Zamora, eso lo hacen mucho mejor en El Pernil, El Ornitoblog o en La Biosfera que nos rodea (los tres muy recomendables, y más por el aluvión de citas interesantes que hemos tenido en los últimos días).

     Solo quería mostrar algunas de las fotos menos malas que he podido hacer en mis últimas salidas. En ellas se muestran especies que tienen presencia estival en nuestra provincia, como la cigüeñuela, la collalba gris o el águila calzada, o que nos visitan en los pasos migratorios, como el águila pescadora.
Estas últimas semanas también he podido observar ya especies como garza imperial (Ardea purpurea), martinete (Nycticorax nycticorax) o vencejo común (Apus apus) de las que, por desgracia, no tengo fotos.

     A pesar de esta primavera, que ya parece totalmente instalada, a tenor de la cantidad de especies estivales que han llegado a la provincia, esta mañana ha caido una nevada curiosa en Toro. Esperemos que, unida a la lluvia de estos días, la nieve de hoy ayude a mejorar la situación de nuestros resecos campos y llene de vida otra vez nuestras charcas y lagunas. 


RESERVA NATURAL DE LAS LAGUNAS DE VILLAFÁFILA  31/03/2012

Cigüeñuela común (Himantopus himantopus)

Collalba gris (Oenanthe oenanthe)


RESERVA NATURAL DE LAS RIBERAS DE CASTRONUÑO  28/03/2012
Aguililla calzada (Hieraaetus pennatus)

Águila pescadora (Pandion haliaetus)